LO DE BURGER KING Y CAMPAMENTO DE VERANO

Esta semana se ha montado un buen lío por la retirada de la publicidad de Burger King del reality estival de Telecinco «Campamento de verano». Al parecer la plataforma «hazteoir.org» ha instado a los anunciantes del citado concurso a retirar su publicidad del mismo por considerar que los contenidos de este programa desprecian a la mujer, la denigran y proponen comportamientos impropios. No es para menos, solo hay que dedicarle tres o cuatro minutos a visualizar la joyita para darnos cuenta de la calidad del producto. Y claro, Burger King no ha tenido dudas, ni 24 horas ha tardado en cancelar sus anuncios de la franja horaria.

Esto nos deja interesantes lecturas, y es un buen ejemplo de lo que se nos avecina en comunicación. Por un lado tenemos la evidente muestra del poder que va tomando el consumidor. Se cuentan por miles  los ejemplos de este hecho y no vamos a entrar de nuevo en valorar esta evidencia.

Lo que me parece más interesante es la lectura que van sacando las marcas, y que no hace más que remar en la dirección que todas, con más o menos premura, van tomando: generar contenidos propios de la marca. Y es que eso de asociarnos, de pagar por estar en contenidos ajenos cada vez va teniendo más inconvenientes. En el caso de Burger King eran «sólo» unos meros anunciantes, pero imagínese, querido lector, que hubiera pasado si fuesen patrocinadores de la broma. Cada vez queda más patente que uno no se puede pegar a los contenidos que generan otros, porque corremos el riesgo de vernos asociados a valores y conductas impropias de mi marca, como en este caso ha ocurrido.

Pensará el lector que entonces caemos en la tiranía del cliente, y que si, llegado el caso, a cuatro indocumentados se les ocurre boicotearnos, terminaremos siendo marionetas de cualquiera. Para nada, es evidente que la marca ha de diferenciar entre lo que es una reclamación documentada de lo que es simplemente la protesta de unos trolls. La respuesta a todo esto es clara: CREDIBILIDAD Y TRANSPARENCIA.

La credibilidad es la que nos aporta fortaleza como marca ante eventuales ataques infundados o inconsistentes. La credibilidad  se genera siendo coherente con mis valores, con mi imagen, con la misión y visión de mi empresa. Con aportarle algo a la sociedad, cubrir una necesidad, más allá de mis resultados económicos.

La transparencia es ir con la verdad por delante, aunque en ocasiones eso pueda ser un problema a corto plazo en un determinado momento, ser transparente es una de las claves para triunfar en la comunicación de hoy.

¿Para que patrocinar historias de gente de dudosa reputación? ¡Ah, si, por los impactos de la televisión! El caso es que esos impactos salen cada vez más caros a la reputación de las marcas y cada vez llegan a menos gente. La publicidad tradicional es un barco que se hunde… un barco grande sí, por eso tarda tanto en hundirse, pero la debacle, aunque lenta es inexorable.

Y como última lectura que nos deja el incidente podemos concluir que,  con el tiempo, las marcas querrán arriesgar cada vez menos sobre dónde aparecer y precisamente cadenas como Telecinco, tendrán cada vez más difícil convencer a las marcas para anunciarse en sus productos televisivos. El ratio de riesgo de determinadas cadenas es inversamente proporcional a la calidad de su programación.

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